¿No soy más que una niña?
- María Ángeles
- 27 abr 2020
- 2 Min. de lectura
La Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas cumple 31 años y, aún cuando ha habido importantes avances en el tratamiento y concepción de la infancia, estamos muy lejos aún de considerar a las niñas, niños y jóvenes como sujetos de derechos.
En una sociedad tan adultocéntrica como la nuestra, en la mayoría de los casos las criaturas siguen siendo tratadas como objetos de protección, como "proyectos de personas adultas" y no como seres a quienes se ha de consultar, cuyas opiniones han de ser tenidas en cuenta en función de su edad y con capacidad de promover cambios sociales hacia un mundo más justo, solidario y democrático.
Una realidad, la descrita en el párrafo anterior, muy habitual en entornos aparentemente propicios para el desarrollo integral de las niñas y niños. Aparentemente propicios porque aún hay mucha violencia hacia la infancia, una violencia que de tan normalizada se ha convertido en invisible en los hechos pero no en las consecuencias sobre dicho desarrollo. Comportamientos como "hacer de rabiar", mandar callar a una criatura "porque las personas mayores están hablando", no escucharles activamente, restar importancia a cuando se sienten mal porque "son cosas de niñas o de niños", la hipersexualización de las niñas, los estereotipos de género, la desvalorización de lo femenino... es violencia.
Sin embargo, aún puede ser peor. Niños soldados, infanticidio, mutilación genital femenina, explotación sexual, niñas obligadas a contraer matrimonio, violaciones...
Por ello, el visionado del vídeo "No eres más que un niño" https://www.youtube.com/watch?v=iizJJJ6VlYI&feature=youtu.be, me ha conmovido y emocionado. Con respecto al mismo, destaco que de los cinco ejemplos cuatro estén protagonizados por niñas. En un mundo donde las desigualdades de género es una realidad innegable (no en vano uno de los ODS es lograr la equidad de género), visibilizar el papel de las niñas y que se conviertan en referentes para otras niñas es de vital importancia.
Me parece un muy buen material para trabajar en el aula, para educar con un enfoque de derechos incorporando la perspectiva de género.
Del mismo modo, me parece esencial concebir a las niñas y niños como lo que son, personas con un presente y no potenciales personas adultas. Trabajar desde la empatía, la escucha activa y el respeto. Crear un espacio seguro y de confianza que contribuya a que construyan una autoestima sana, la confianza en ellas/os mismas/os y la conciencia de que vivimos en un mundo interconectado e interdependiente. Acompañerlas/es a que desarrollen sus inquietudes y su potencial.

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